Edgar Snow, el primer periodista occidental en presentar el PCCh al mundo
En octubre de 1937, un libro recién publicado se convirtió en un éxito instantáneo en Londres, con más de 100.000 copias vendidas en solo unas pocas semanas. La oferta, incluso, no llegó a responder a la demanda, a pesar de que se hicieron tres impresiones adicionales ese mismo mes. Dicho libro era Estrella roja sobre China ( Red Star Over China ), escrito por el periodista estadounidense Edgar Snow, quien fue el primero en dar a conocer el Partido Comunista de China (PCCh) al mundo.
En la década de 1930, China se encontraba inmersa en la Guerra de Resistencia contra la Agresión Japonesa. Después de que la cooperación entre el PCCh y el Guomindang se rompiera –y ante el cerco, la persecución, la obstrucción y la interceptación del Guomindang–, el Ejército Rojo de Obreros y Campesinos de China, dirigido por el PCCh, culminó la Gran Marcha y llegó al norte de la provincia de Shaanxi en octubre de 1935. Yan’an, una pequeña ciudad en Shaanxi que fue luego la base del PCCh, era como un islote rodeado por el océano que conformaban los bloqueos militares e informativos del Guomindang. El resto del mundo sabía poco sobre el PCCh y el Ejército Rojo, salvo las imágenes demonizadas propagadas por el Guomindang.
¿Cómo eran los comunistas chinos? ¿Por qué miles de chinos estaban dispuestos a arriesgar sus vidas para incorporarse al PCCh y al Ejército Rojo? Edgar Snow, guiado por su instinto profesional, estaba convencido de que Yan’an, detrás de la larga muralla de bloqueo del Guomindang, era el único punto de interés periodístico en China, por lo que tenía que ir allá sin importar lo que costara. Con la ayuda de la señora Soong Ching-Ling, Snow partió hacia Yan’an. El 13 de julio de 1936, después de un largo y difícil viaje, llegó a Bao’an, una aldea en Yan’an donde tenía su sede el Comité Central del PCCh.
Esa misma noche, Snow conoció a Mao Zedong. Ambos pasaron muchas noches hablando, a menudo desde las nueve de la noche hasta el amanecer, en una cueva y bajo la tenue luz de las velas. Durante sus conversaciones, Mao Zedong contó por primera vez cómo había sido todo el desarrollo del Ejército Rojo, tanto su nacimiento como su crecimiento, y expuso exhaustivamente el proceso de construcción de las bases de apoyo y las diversas políticas. Fue también la primera ocasión en la que Mao revelaba sus predicciones sobre la guerra sino-japonesa y la victoria finalde China; la primera vez que describía de forma completa la postura de aplicar el frente único nacional antijaponés del PCCh; y la primera oportunidad en que manifestaba su intención de llevar adelante una cooperación sincera con el Guomindang para una resistencia conjunta contra Japón. Y fue también la primera vez que compartía sus puntos de vista sobre el PCCh y los asuntos internacionales, que exponía la política exterior del Gobierno de los Soviets de China y que expresaba el deseo de establecer una mayor cooperación con los países amigos sobre la base del respeto mutuo.
Snow quedó profundamente impresionado tanto por la causa a la cual se habían entregado los comunistas chinos, como por el carisma y la sabiduría de Mao Zedong. Tuvo la profunda convicción de que la experiencia que vivía Mao reflejaba un microcosmo de los chinos de su generación. Lo que hacía a Mao Zedong diferente era que él se había convertido en el portavoz de los chinos, especialmente de los campesinos. Snow describió posteriormente que estas conversaciones habían sido las más valiosas de su vida.
Zhou Enlai se comprometió con Snow a que este escribiera sobre cualquier cosa que viera, y elaboró personalmente un plan de visita de 92 días. Snow entrevistó a más de cien comandantes del Ejército Rojo, así como a los soldados en el frente de batalla y en su vida cotidiana. Además, tuvo un amplio contacto con la gente. Sus informes auténticos y de primera mano diferían notablemente de la imagen que el Guomindang había mostrado en su propaganda: Mao Zedong, quien llevaba una década dirigiendo el Ejército Rojo, tenía pocos bienes personales aparte de su edredón y algunas prendas, y se negaba a usar zapatos si los soldados no los tenían; el“único lujo”de Zhou Enlai era la mosquitera que colgaba sobre su cama de arcilla; Peng Dehuai tenía un chaleco hecho de tela de paracaídas; y Lin Boqu, el“ministro de Hacienda”, usaba cuerdas para sujetar el marco roto de sus gafas en las orejas.
La mayoría de los soldados del Ejército Rojo eran campesinos y obreros, quienes se habían reunido para“ayudar a los pobres y salvar a China”. Lo mismo ocurría con los o ficiales y los combatientes. La tasa de bajas entre los comandantes era muy alta, ya que ellos siempre luchaban codo con codo con los soldados. Los jóvenes soldados de rostros rojizos eran, como observó Snow,“alegres y enérgicos”. En Yan’an se abrieron escuelas gratuitas para que los niños pobres también pudieran estudiar. Los teatros eran gratuitos, sin asientos exclusivos ni palcos de lujo, y los dirigentes siempre veían el espectáculo sentados entre el público. Los niños del norte de Shaanxi llamaban“nuestro ejército”al Ejército Rojo, mientras que los campesinos se referían al Gobierno de los Soviets como“nuestro gobierno”. No había opio, corrupción, esclavitud ni mendicidad. La libertad de matrimonio era respetada y protegida. En cada barrio musulmán a donde llegaba el Ejército Rojo, los soldados ayudaban a proteger el sitio y limpiar las mezquitas. La gente quedó impresionada por su“cuidadosa política de respeto a las costumbres y reglas islámicas”, incluso las más suspicaces entre los campesinos y los imanes, según Snow.
Cuando Snow preguntó:“¿Qué piensas del Ejército Rojo?”, un joven campesino descalzo contestó:“Es el ejército de los pobres y lucha por nuestros derechos”. Y cuando preguntó a los soldados:“¿Cómo saben que tienen el aprecio de los campesinos?”, ellos respondieron:“Nos han hecho mil, diez mil pares de zapatos con sus propias manos. Todas las familias han enviado a sus hijos a incorporarse al Ejército Rojo. Nosotros, el Ejército Rojo, somos el pueblo”.
Snow en el norte de la provincia de Shaanxi.
Después de más de 100 días en el norte de Shaanxi, Snow encontró la respuesta que había estado buscando. Quedó fascinado por el encanto único de Oriente, al que consideraba como la luz que revitalizaría la antigua China. Para él, los comunistas eran los hombres y mujeres más destacados que había conocido en China en la última década, con“una disciplina militar, una convicción política y una voluntad de victoria”, y“con una pura y extraordinaria tenacidad y capacidad para trabajar diligentemente sin quejarse de nada”. Ellos eran“imbatibles”. Además, con un profundo sentimiento, escribió:“Los cuatro meses que pasé con el Ejército Rojo fueron una experiencia de lo más inspiradora. Las personas que conocí parecían los chinos más libres y felices que había visto. Se dedicaban a la causa que creían correcta y justa, lo cual me dio una profunda impresión de la esperanza vibrante, de la pasión y de la fuerza invencible del ser humano. Dicha sensación jamás la he vuelto a sentir”.
En el prefacio de la edición china de Estrella roja sobre China , Snow no atribuyó la popularidad global del libro a su estilo o forma, sino a su contenido. Según él, las historias habían sido creadas por los jóvenes revolucionarios chinos y estaban basadas en los relatos de Mao Zedong, Peng Dehuai, Zhou Enlai y muchos otros. Lo que él había hecho era simplemente escribir de manera original sus largas conversaciones, de modo que quedaran tan claras como el agua que corre en la primavera. El espíritu, la fuerza, el deseo y la pasión que hicieron invencible a este pueblo representaban lo más rico y glorioso de la historia de la humanidad.
Después de volver a Estados Unidos, Snow continuó compartiendo en su país y con el mundo lo que pasaba en China en medio de la agresión japonesa. Como señaló:“La causa del pueblo chino es una causa que contiene verdad, equidad y justicia”. Snow regresó a China en 1970. Invitado por Mao Zedong, subió a la Tribuna de Tian’anmen y se tomó una foto al lado del dirigente chino. Ese fue el momento culminante de su vínculo eterno con la revolución china.
En 1972, una semana antes de fallecer, Snow recibió la visita de Huang Hua, entonces representante permanente de China ante las Naciones Unidas, quien se desvió a Ginebra en su camino a Nueva York. Huang le transmitió los saludos de Mao Zedong. George Hatem, un médico enviado por Mao Zedong y Zhou Enlai para cuidar de Snow, recordó:“Nosotros dos (Hatem y Huang) y Snow habíamos pasado muchos días y noches en la cueva de Bao’an... Snow nos reconoció al instante. Se sentó sorprendido y exclamó: ‘¡Genial! Ahora los tres red gangsters nos reunimos’. Al escucharlo, nos echamos a reír con él”.
Hoy, junto al lago de la Universidad de Beijing, una de las instituciones de educación superior más prestigiosas de China, se alza una lápida con el epitaf i o siguiente:“En memoria de Edgar Snow, amigo estadounidense del pueblo chino”, escrito tanto en chino como en inglés. Snow nunca ocultó su amor por China. Ahora él descansa en paz en China, como era su deseo, una tierra que amó profundamente y donde sigue siendo amado.