El mariscal Nie Rongzhen y su“hija”japonesa
En la tarde del 24 de agosto de 2005, Nie Li y Kato Mihoko se abrazaron como hermanas frente al edificio de oficinas de la Asociación de Amistad del Pueblo Chino con el Extranjero, tres años después de su último encuentro, y entraron cogidas de la mano a la sala de reuniones.
No obstante, estas“hermanas”no compartían ningún lazo de sangre. Su historia comenzó con el padre de Nie Li, el mariscal Nie Rongzhen.
En agosto de 1940, durante la Ofensiva de los Cien Regimientos que lanzó el VIII Ejército en el norte de China, la mina de carbón de Jingxing –una importante base de combustible en manos de Japón a lo largo del ferrocarril Zhengding-Taiyuan– quedó envuelta en llamas. Allí los soldados chinos encontraron a la pequeña Mihoko y a su hermanita llorando desesperadas sobre el cuerpo de su madre muerta. Bajo las instrucciones del comandante Nie Rongzhen de que“los niños no cometen ningún delito y deben ser enviados al puesto de mando”, las niñas fueron escoltadas a la comandancia del frente, situada en la aldea de Honghecao.“Las niñas son inocentes”, dijo el comandante Nie.“Todos debemos entender que aunque el enemigo ha masacrado a innumerables compatriotas y niños chinos, nunca debemos lastimar al pueblo japonés ni a sus hijos”. Durante su estancia en el puesto de mando, Mihoko siguió siempre al comandante Nie, arrastrando su ropa por todas partes. Nie la alimentaba con sopas y le pelaba peras con sus propias manos, además de enviar a médicos militares para que trataran a ella y a su hermana menor, cuidándolas como un padre.
Sin embargo, debido a la feroz lucha en el frente y considerando la seguridad de las niñas, el comandante Nie no pudo seguir criándolas. Las dos niñas no tenían nada que ver con la guerra y, por lo tanto, debían volver a su patria. Entonces, el comandante Nie decidió enviarlas al campamento militar japonés. El día antes de su separación, Nie cogió la mano de Mihoko y le dijo con ternura:“Mi niña, ¿echas de menos tu hogar? Ven, hagámonos una foto y mañana te enviaré a casa”. Sha Fei, entonces subdirector del periódico Kangdibao (“Noticias de la Resistencia”, en español), capturó rápidamente este momento con una preciosa foto.
El comandante Nie se levantó muy temprano a la mañana siguiente. Escribió una carta denunciando el crimen de los invasores japoneses y exigiendo que la parte japonesa cuidara bien de las niñas.“Los militaristas japoneses invadieron China hace cuatro años, lo cual ha dejado innumerables muertos, heridos, discapacitados y personas sin hogar tanto en China como en Japón. Los invasores japoneses deben asumir toda la responsabilidad por estas tragedias”, fue lo que escribió. A continuación, presentó información sobre las dos chicas, con la esperanza de que pudieran volver con sus familias y se mantuvieran alejadas de la guerra. El comandante Nie terminó su carta escribiendo solemnemente:“El VIII Ejército, comprometido con el internacionalismo, hace todo lo que está a su alcance y luchará hasta el fin por la supervivencia de la nación china y la paz duradera de la humanidad”.
La milicia popular y las tropas del ejército escoltaron luego a Mihoko y su hermana hasta el campamento militar japonés de Shijiazhuang en medio de intensos combates. Lamentablemente, la hermana menor, quien apenas tenía un año, murió en un hospital militar japonés en Shijiazhuang, mientras que Mihoko regresó sana y salva a Japón. Mihoko era demasiado pequeña para recordar con claridad todo lo ocurrido. Después de regresar a Japón, sus familiares la cuidaron y nadie supo lo que le había pasado en China. Sin embargo, de vez en cuando le contaba a su abuela algunas historias como que había comido peras y que se había quedado sentada en una cesta.
Nie Rongzhen y la pequeña Kato Mihoko.
En mayo de 1980, el Diario del Pueblo publicó un artículo titulado Niña japonesa, ¿dónde estás? , escrito por Yao Yuanfang, entonces subdirector del Diario del Ejército Popular de Liberación , y la gente se enteró de la adopción de dos huérfanas japonesas por parte del mariscal Nie. Al día siguiente, el diario japonés Yomiuri Shimbun publicó en primera plana un artículo titulado Hermanas Kyouko, ¿dónde están? El general Nie Rongzhen busca a las huérfanas rescatadas en plena guerra hace 40 años . La historia sobre la ayuda humanitaria a los huérfanos de la guerra prestada por el mariscal chino se difundió por todo Japón. Gracias a los esfuerzos de amigos japoneses,“Kyouko”, o Kato Mihoko, fue encontrada en menos de una semana en Kyushu, Japón. Por aquel entonces, ella ya estaba casada, tenía tres hijos y administraba una tienda de comestibles con su marido.
El 10 de julio del mismo año, Mihoko, de 43 años, visitó nuevamente China acompañada por una delegación japonesa de buena voluntad. No tenía idea de que sería recibida en el aeropuerto de Beijing como si se tratara de una jefa de Estado. Yao Yuanfang, entonces subdirector del Diario del Ejército Popular de Liberación , le dio la bienvenida a su“segunda ciudad natal”y le deseó que se sintiera como en casa. Nie Li, hija del mariscal Nie, le dio unas palmaditas en el hombro y le dijo:“Me alegro mucho de verte. Mi padre te está esperando. Te traigo rosas y cálamos cultivados en mi casa”. Mihoko no pudo evitar sollozar en los brazos de Nie Li con una profunda emoción.
El 14 de julio, el mariscal Nie se reunió con Mihoko en el Salón Xinjiang del Gran Palacio del Pueblo, cuarenta años después de su separación. El reencuentro entre padre e hija fue una escena profundamente conmovedora. El mariscal Nie le dijo a Mihoko que China y Japón eran vecinos unidos por una estrecha franja de agua, y que no había razón para no desarrollar una relación amistosa.“Solo con un intercambio más estrecho entre los pueblos se podrá profundizar la amistad entre los dos países. Debemos llevar adelante esta relación amistosa de generación en generación”.
Tras aquella reunión, Mihoko se convirtió en una mensajera especial de la amistad entre China y Japón. Volvió a China muchas veces más, como en 1986 y 2002, dedicándose a promover la amistad entre ambos pueblos. Mihoko y Nie Li cultivaron una profunda hermandad; así mismo, la ciudad natal de Mihoko, Miyakonojo en la prefectura de Miyazaki, y la ciudad natal del mariscal Nie, el municipio de Jiangjin en la provincia de Sichuan, se convirtieron en ciudades hermanas.
La historia de Mihoko es solo una pequeña muestra de la historia de los huérfanos de guerra japoneses en China. En agosto de 1945, cuando el Ejército Rojo soviético lanzó un feroz ataque al Ejército japonés de Guangdong, que retrocedía derrota tras derrota, Japón intentó utilizar sus 270.000 soldados del“Regimiento de Pioneros”para resistir los ataques. En vísperas de su rendición, un informe interno de tregua del Ejército japonés ordenó despiadadamente que nadie, excepto los soldados heridos, podía regresar a Japón. Como resultado, en 1950 todavía había más de 50.000 japoneses varados en el noreste de China, incluido un gran número de huérfanos de guerra, la mayoría de los cuales procedían de familias japonesas civiles. El pueblo chino les brindó ayuda, criándolos y enviándolos a la escuela. En la década de 1980, con el desarrollo de la economía china y la mejora de las relaciones bilaterales, los huérfanos de guerra comenzaron a regresar a Japón y a buscar a sus familiares. A lo largo de todos estos años, muchos quedaron impresionados por la generosidad de China y por la admirable benevolencia del mariscal Nie, así como de muchos otros padres adoptivos chinos.